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sábado, 23 de abril de 2011

Semana de recogimiento y adoctrinación de la Santa Naturaleza

Simbología tradición liquida de las costumbres del Guatavo.

Las tradicionales fiestas de la semana mayor en todo el territorio nacional vuelven la mirada de esculturas como San José, el divino niño Jesús y La Virgen de los Dolores patrona de Guatavita a comprender de manera introspectiva las huellas de la cultura y la religión. Estas formas conservadas en museo religioso del municipio Cundinamarqués, expone a los participantes en la novedad del arte español una figura sobresaliente al capital simbólico que emprende el trabajo comunitario por conservar el lado ancestral, rindiendo un homenaje a la conservación de espacios por llevar a cabo la idea política de la cosmogonía  Muisca. 

Los ornamentos sacerdotales encontrados hace mas de 400 años, resaltan la beldad de algunas prendas bordadas en hilos de oro y plata, metales que acompañaban los intereses canónicos concebidos por la fe cristiana como un legado nocivo de las comunidades orfebres, costumbres atribuidas al rededor de  habitadas tierras con aborígenes que para este entonces permanecían al tributo del Zipa y atentaban contra la política de una doctrina dictadora.

Hoy se cita con el nombre a Guatavita en Cundinamarca a un pueblo que aguarda definitivamente en el paraje hídrico de su laguna, el embalse de Tominé y cada rincón de su arquitectura colonial reconocida por el turista como una de las mas importantes a nivel nacional en la producción del capital ciclístico, parapentistico y náutico, debido al compromiso de integrar en los espacios de la vida cotidiana y la practica del deporte como un torrente de encuentros comprendidos de ancestros la espiritualidad de la vida social en la región.  Es posible comprender a diferencia de de otras colonizaciones que cultura de las contumbres en los periodos de la conquista Europea el reinado persuadido por los canónicos que orientaban a los indios e indias de las montanas del relieve andino, su misión dogmática por la que encarnaba en estas tierras la deidad del mundo superior, aun así asistiendo las batallas por la culturización de sus costumbres al tributo ortodoxo de la iglesia Católica.

Desde 1593 los relojes que permanecen al servicio de los colombianos en esta institución abierta al público los días de Semana Santa, Domingos y Festivos durante todo el año, estacionaron en el tiempo a favor de la historia el despertar del pensamiento sapiente para evocar la memoria popular de los saberes de la nación. Mientas que las fotos inundan sus paredes del fervor que trae consigo la pasión por  reconocer cada uno de los instantes en los que se asentaron los ministerios colonialistas de las doctrinas españolas.

JURAR EN VANO?

Para este entonces donde la curia de la iglesia en el recogimiento de la religiosidad decide dinamitar por completo las fachadas de la obra, toma por sorpresa a los turistas y habitantes del municipio que intentan  a travesar las fronteras de la ausencia en la nostalgia del recuerdo por las vías mártires de la navegación, el buceo y la fotografía; se asiste a los caídos y abnegados en acogerse a la idea de conservar las tradiciones bajo la maldición de un párroco que destina la suerte de su pueblo defendiéndose de la injuria y la calumnia que se valen los liberales para cometer sacrilegios en defensa de los valores conservadores, para los cuales las túnicas y reliquias servían de capilla para decidir el futuro del pueblo. Hay quienes aseguran que la violencia y la barbarie se toma la esfera del poder y se advierte un juramento maligno contra los pobladores y para el cual se rumor entre sus habitantes las palabras que un religioso afirmo: “Algún día serás cubierta por las aguas y las torres de la iglesia serán los nidos de las garzas”.

Una vez más la tradición oral establece los lazos más fuertes entre las estructuras de la lingüística y la antropología y por ende, los estudios realizados a lo largo y ancho del territorio nacional emprenden una mirada crítica al orden que contemplan a quienes han participado en la transformación de las historias locales el rescate de volver a ver con ilusión los caminos por los que transitó las fuentes hídricas de la historia nadando en veredas como Potrero Largo, Pueblo Viejo, el rio Siecha.

En un abrir y cerrar de ojos, la Semana Santa se ha convertido en un espacio cultural que alberga las tradiciones de los cinco mil Guatavos y Guatavas que adoctrinan a los turistas en cada uno de los escondites que convierte los lugares urbanísticos en filtros del manantial del regocijo del turismo que a su vez invita a participar en familia alrededor de sus paisajes a comprender de los valores del respeto y la amistad, salpicando del polvo dorado de la tolerancia, la idea de proteger la naturaleza y brillar en el gozo de la diversidad cultural colombiana.
    
Redacción 
Diana Pardo
Periodista y Comunicadora Social
Trabajando para la cultura de Guatavita Cundinamarca.

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